guerra en Ucrania

La guerra en Ucrania se siente más en Kiev: un bombardeo a un centro comercial

Continúa la guerra en Ucrania, la capital Kiev está bajo fuego mientras el gobierno de Zelenski rechazó la entrega de Mariúpol a Rusia.

Al menos ocho personas murieron hoy cuando un centro comercial en el centro de Kiev y las viviendas colindantes quedaron completamente destruidas por un bombardeo ruso, el mayor lanzado contra la capital de Ucrania desde el inicio de la invasión ordenada el 24 de febrero por el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Ya no queda casi nada del nuevo centro comercial «Retroville», situado en el noroeste de la urbe capitalina y bombardeado por las fuerzas rusas esta madrugada.

Un grupo de cadáveres yacían en el suelo con sus pies desnudos sobresaliendo del plástico negro con el que habían sido cubiertos bajo un toldo del que colgaban grandes carteles publicitarios.

Eran todos de hombres con equipamiento militar, dos de ellos semidesnudos, lo que sugería que probablemente estaban durmiendo allí cuando se produjo el bombardeo, narraron periodistas de la agencia de noticias AFP en el lugar.

El terrible ataque sacudió este suburbio de la capital ucraniana y destruyó tanto el edificio como los alrededores, incluidos estacionamientos contiguos y los automóviles estacionados.

La onda expansiva pulverizó los vehículos estacionados en el lugar y dejó un cráter abierto de varios metros de largo frente al edificio de diez pisos, que quedó completamente carbonizado.

Toda la parte sur del centro comercial, que era el orgullo de los habitantes del barrio, quedó devastado, al igual que un gimnasio en el estacionamiento, y bomberos y militares buscaban esta mañana otras víctimas entre los escombros.

«Estaba tranquilamente en mi casa, mi departamento fue sacudido por la explosión, pensé que el edificio se iba a caer», refirió Volodimir, de 76 años, quien estimó que el objetivo del ataque era una «central eléctrica térmica ubicada a unos cientos de metros», que se destaca por tener una gran chimenea blanca.

Inaugurado a inicios de 2020, un poco antes de la pandemia de coronavirus, «Retroville» era un emblema del consumo capitalino, con 250 locales repletos de marcas occidentales, cines y 3.000 lugares para estacionar.

En este suburbio de Vinogradar, donde antaño florecían viñedos y huertos, surgieron en los últimos años torres ultramodernas, algunas de las cuales aún no están habitadas o ni siquiera terminadas.

En los alrededores del centro comercial, casi ninguna ventana se salvó de la explosión y los cristales rotos cubrieron las explanadas de los edificios de 20 plantas.

Del club deportivo «Sportlife» y su piscina quedó, literalmente, un montón de acero y charcos de agua sucia, con trozos fundidos de poliéster aislante, mientras el ambiente aún desprendía un olor a quemado.

Entre los escombros, un grupo de bomberos y militares buscaban a más víctimas, al pie de un edificio de diez plantas carbonizado y todavía humeante del que sólo quedó la estructura de hormigón.

Según los kievitas, el bombardeo fue el mayor en la capital desde el inicio de la ofensiva rusa el 24 de febrero.

Dima Stepanienko, de 30 años, relató que cayó «a los pies de la cama» con la explosión. «Me temo que sí», indicó, bajando la mirada, al responder a la pregunta de si la guerra llegó a Kiev.

Entre las ruinas, un sacerdote ortodoxo -vestido de color kaki- recitaba oraciones, invocando al «Rey David» y, de paso, insultando a los «terroristas rusos».

«Hay trozos de cuerpos ahí», le dijo un militar de manera discreta, el rostro disimulado por una bufanda negra. «Estaba ahí en el momento en que cayó el misil», apuntó Constantin, de 22 años.

«Voló todo, un misil o un cohete enorme, no sabemos qué fue, simplemente golpeó el gimnasio», añadió, cansado, negándose a dar más detalles sobre el número o la identidad de las víctimas.

Los restos de un enorme bloque de motor, incrustados en el suelo, y los característicos restos de acero verde trajeron inevitablemente a la mente los vehículos blindados.

Un nuevo toque de queda en Kiev

Tras el ataque, el alcalde de la ciudad, Vitali Klitschko, anunció un nuevo toque de queda a partir de hoy por la noche hasta el miércoles por la mañana.

«Comienza hoy a las 20 (las 14 en Miami) y durará hasta las 7 (la 1 de Miami) del 23 de marzo», escribió el ex campeón del mundo de boxeo en su cuenta de Telegram.

«Los comercios, farmacias, estaciones de servicio, establecimientos no estarán abiertos mañana», precisó.

«Pido a cada uno de ustedes quedarse en casa o en refugios en el momento en que suenen las sirenas», añadió.

Kiev, a la que las fuerzas rusas buscan cercar, ya decretó varios toques de queda. El último de ellos duró 35 horas la semana pasada, del martes por la noche al jueves por la mañana.

El ataque a la capital ucraniana ocurrió en la vigésima sexta jornada de la invasión de Rusia bajo la justificación de que el Gobierno de Volodomir Zelenski venía cometiendo crímenes contra los habitantes de dos provincias rusoparlantes en la región del Donbass a las que, previamente, Moscú había reconocido como Estados independientes.

Rusia: «El shopping en Kiev se usaba como depósito de armas»

El Ejército ruso manifestó hoy que el centro comercial de Kiev que bombardeó anoche era utilizado como almacén de armamento y de municiones por parte de las fuerzas ucranianas y que estaba cerrado al público.

El Ministerio de Defensa ruso confirmó -mediante un comunicado- que el ataque se llevó a cabo con armas de precisión de largo alcance y que destruyó armas y municiones almacenadas, según la agencia de noticias rusa Sputnik.

«Una batería de lanzacohetes múltiples ucranianos y una base de almacenamiento de sus municiones fueron destruidos con armas de precisión de largo alcance en la noche del 21 de marzo, en un centro comercial que no estaba operativo», reveló el Ministerio.

Fuerzas rusas están atacando Kiev desde hace casi cuatro semanas mientras intentan rodear la ciudad, que antes de la guerra tenía 3 millones de habitantes y ahora tiene solo la mitad.

Un puñado de localidades ubicadas en la margen noroeste de Kiev, entre ellas Irpin y Bucha, quedaron virtualmente aisladas por la ofensiva rusa y están al borde de una catástrofe humanitaria, según las autoridades ucranianas.

Ucrania desoyó ultimátum ruso y rechazó la entrega de Mariúpol

La viceprimera ministro ucraniana, Irina Vereshchuk, rechazó el ultimátum ruso y exigió a Moscú abrir corredores humanitarios que permitan la salida de unas 350.000 personas atrapadas en la devastada ciudad portuaria de Mariúpol, donde hay marcada escasez de alimentos y medicamentos.

«No se puede hablar de entregar armas. Ya informamos de esto a la parte rusa», declaró Vereshchuk al diario Ukrainska Pravda, de acuerdo a la agencia de noticias AFP.

«Es una manipulación deliberada y una auténtica toma de rehenes», añadió la funcionaria ucraniana.

En la misma línea, el alcalde de la ciudad portuaria, Piotr Andryushchenko, también rechazó la oferta en una publicación de Facebook, según la agencia de noticias Interfax Ucrania.

Rusia dio anoche un ultimátum a las autoridades ucranianas para que las fuerzas de Mariúpol se rindieran antes de las 5 (las 23 de Miami).

El Ministerio de Defensa ruso sostuvo que las autoridades podrían enfrentarse a un tribunal militar si se ponen del lado de lo que describió como «bandidos» y «nacionalistas», informó la agencia de noticias estatal rusa RIA Novosti.

Los intentos anteriores de evacuar a los residentes civiles de Mariúpol y otras ciudades ucranianas fracasaron o solo tuvieron éxito en parte, y los bombardeos continúan mientras los civiles intentan huir.

Antes de la última oferta, un ataque aéreo ruso golpeó la escuela donde se habían refugiado unos 400 civiles y no estaba claro cuántas víctimas hubo, remarcó el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en un discurso en video hoy a primera hora.

«Ucrania no puede aceptar ningún ultimátum de Rusia. En primer lugar, habrá que destruirnos a todos, únicamente entonces se respetarán sus ultimátums», aseguró el mandatario ucraniano a Suspilne, un portal web de información que publicó el video de la entrevista con el mandatario ucraniano, informó la agencia de noticias AFP.

El jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), el español Josep Borrell, condenó hoy la ofensiva rusa sobre la ciudad portuaria, en momentos en que varios países del bloque piden sanciones contra el sector energético de Rusia.

«Lo que está ocurriendo en Mariúpol es un enorme crimen de guerra, (están) destruyendo todo, bombardeando y matando a todos», subrayó el jefe de la diplomacia europea.

Por su parte, Denís Pushilin, líder de los separatistas de la república de Donetsk, cuya independencia Moscú reconoció a finales de febrero, aseguró: «No soy tan optimista como para decir que el asunto se resolverá en dos o tres días o en una semana. Lamentablemente, no es así. Se trata de una ciudad grande».

El epicentro del dolor ucraniano es Mariúpol, sitiada y bombardeada desde hace dos semanas por los rusos, y donde la población está siendo víctima de las brutales hostilidades.

«Entreguen las armas. Todos los que lo hagan tendrán garantizada una salida segura», aseveró el coronel general Mijail Mizintsev, director del Centro Nacional Ruso para la Gestión de la Defensa.

«En ese caso, la salida organizada de la ciudad se efectuará de la siguiente forma: de 10 a 12 horas todas las unidades armadas de Ucrania y los mercenarios extranjeros sin armas y municiones podrán abandonar la localidad por una ruta acordada con Kiev», continuó.

Mizintsev acusó a los «nacionalistas» ucranianos de sembrar «el caos» y «el terror» en Mariúpol y provocar una grave catástrofe humanitaria en la ciudad.

A partir del mediodía en la ciudad podrán entrar convoyes humanitarios con alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad tanto de Kiev, como de territorios del este del país, que no están bajo su control.

Paralelamente, Mizintsev llamó a las organizaciones internacionales, entre ellas la ONU y la Cruz Roja, a enviar a sus representantes a la ciudad para supervisar las evacuaciones de losciviles.

El coronel ruso insistió en que los lugareños pueden elegir libremente cualquier corredor humanitario, ofrecido tanto por Rusia, como por Ucrania, o quedarse en la ciudad.

Los ucranianos perdieron el acceso al mar de Azov, dan por perdida esta ciudad con un complejo balance étnico. Una parte notable de la población es étnicamente rusa, lo cual constituye una fuente adicional de tensiones entre la población y las distintas fuerzas presentes, entre ellas miembros del batallón ultraderechista Azov.

La toma de Mariúpol puede significar la apertura de un corredor hacia las regiones separatistas del Donbás, por donde las tropas rusas ya circulan a placer, reduciendo el estatus otorgado de repúblicas populares al de meras satrapías de Moscú.

Pero las victorias rusas están teniendo un alto precio. Constatada la imposibilidad de avanzar rápidamente sobre unas fuerzas ucranianas que demostraron ser más fieras de lo previsto por los estrategas rusos, los expertos hablan ya de una «guerra de desgaste».

Más allá del número de soldados muertos en combate, que Rusia puede permitirse el lujo de esconder bajo la alfombra, hay altos mandos militares imposibles de ocultar.

Uno de ellos es Andrey Paliy, comandante adjunto de la Flota del Mar Negro. Medios rusos confirmaron su muerte en la batalla por Mariúpol.

Sin grandes avances en las conversaciones de paz

En tanto, el progreso en las conversaciones entre las partes aún es insuficiente para hablar de una reunión entre los presidentes ruso y ucraniano, Vladimir Putin y Volodomir Zelenski, declaró hoy el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en disidencia con lo expuesto ayer por el canciller turco, Mevlut Cavusoglu, quien habló de avances en «temas significativos» del conflicto.

«Hasta ahora no hay ningún progreso sustancial; no hay acuerdos, los presidentes no tienen nada que constatar», apuntó el vocero en una rueda de prensa cuando le preguntaron en qué fase están las conversaciones en el contexto de una posible reunión entre Putin y Zelenski.

Peskov explicó que para hablar de ese encuentro «primero se necesitaría llevar a cabo una labor preparatoria, celebrar las conversaciones (entre las delegaciones rusa y ucraniana) y analizar sus resultados», reprodujo la agencia de noticias rusa Sputnik.

El viernes, Zelenski hizo un nuevo llamado a Rusia para hablar de «paz y seguridad. Es tiempo de reunirnos. Es tiempo de discutir. Es tiempo de restaurar la integridad territorial y la justicia para Ucrania», afirmó en un nuevo video subido a la red social Facebook.

Antes, Putin se había quejado de lo que llamó una política de «retraso» de las conversaciones de parte de los negociadores ucranianos, quienes, a su entender, presentaban demandas «imposibles»

de acordar.

Rusia y Ucrania llevaron a cabo varias rondas de negociaciones desde la invasión ordenada por el Kremlin el pasado 24 de febrero bajo la justificación de que el Gobierno de Kiev venía cometiendo crímenes contra los habitantes de dos provincias rusoparlantes en la región del Donbass a las que, previamente, Moscú había reconocido como Estados independientes.

El reclamo del Kremlin incluye la violación por parte de Ucrania de los Acuerdos de Paz de Minsk, de 2014 y 2015, que obligaban a Kiev a darle a esas dos ciudades -Lugansk y Donetsk, que en sendos referendos votaron por separarse de Ucrania- autonomía y posibilidades de elegir sus propias autoridades regionales.

La ONU estableció que al menos 14.000 personas murieron entre 2015 y 2021 en choques entre el ejército ucraniano y las milicias separatistas del Donbass.

Ucrania, en cambio, afirma que, con la operación militar, Rusia pretende arrasar con la cultura y la historia ucraniana, y derrocar a Zelenski para promover que llegue al poder un dirigente cercano a Moscú.